Pues si, eso era lo que pensaba yo que todo era una inocentada, o almenos era para creerlo... Os voy a hacer la crónica de mi tercera visita vestidil a Pronovias.
¡Oh Pronovias! ¡Soñado Pronovias! Entrar en esa tienda es el sueño de cualquier mujer con ilusionismo bodorril agudo. Peeero los sueños a veces pueden convertirse ¡en tu mayor pesadilla! Que catastrófica, ¿verdad?
12'00h de la mañana de un bonito 28 de diciembre (santa inocente...), había quedado con dos amigas para enseñarles el vestido. El gusanillo de los nervios y la emoción recorría mi estómago mientras esperábamos a entrar, y cuando por fín estamos dentro resulta que ¡oh! ¡no esperaban mi visita! Habiendo pedido cita una semana antes pero.... ¡oh! ¡no esperaban mi visita!
Aún así, después de hacer un manifiesto con declaración jurada sobre mi llamada la semana anterior, deciden hacernos pasar. Con la mosca detrás de la oreja entro dentro del grandioso vestuario, y cuando me decido a quitarme la ropa me dicen: - Pero no te pongas ni los zapatos ni la ropa interior, ¡no te pongas nada que solo es para verlo! (para aquel que no lo sepa, cuando vas a hacerte una prueba de vestido, tienes que llevar los zapatos que llevarás el día de la boda + el sujetador que llevarás) a lo que mi cara se convierte en un Picasso en época surrealista y contesto: - No, no, los zapatos me los pienso poner porqué tengo que comprobar si el vestido me va corto.
A lo que la dependienta responde: - ¿Sabes que? ¿Llevas ahí la ropa interior? Pues póntela que ya te tomaré las medidas. (tomar la medidas supone pagar, por descontado, y eso tocará hacerlo el día 4 de enero, fecha determinada desde el 19 de abril del 2011 :S)
Después de un tira y afloja (no quiero entrar en detalles) de muy mala gana, me prueban el vestido rápidamente y ¡ala! ¡Cortina abierta! Apenas me dio tiempo a girarme que ya estaba la cortina abierta para que mis amigas puedieran verme vestida de novia.
Con el mosqueo encima, me miro y me remiro y ¡oh! ¡sorpresa! ¡el vestido me va corto! Cosa difícil de que ocurriera ya que en su día, aquel 19 de abril, viendo que los vestidos no están hechos para mi altura, lo pedimos 10cm más largo de lo normal, total como lo tenían que fabricar expresamente, ¡mejor que sobrara que no que faltara!
Pero cuidado, ¡no pasa nada! ya me añadirán un trozo de tela allí abajo y ¡apa! ¿Perdona?.... ¿¿¿Perdonaaaa??? Ahora resulta que me voy a tener que casar con un vestido de Patchwork, ¡hecho a retales!
Después de los "oh que bonito, oh que bonito" (en ese momento no era capaz de apreciar ningún comentario, estaba ofuscadísima) y después de haber visto el vestido lleno de arrugas, con el can-can mal colocado... etc decido quitármelo, no veía a la dependienta con muchas ganas de "nada".
La cosa queda que después de esta malísima experiencia, de la mala atención recibida (es la segunda vez que me cojen cita por teléfono y cuando voy allí o no me esperaban o no me han traído el vestido), después de ver que el vestido me va corto y después de haber comprobado en mis propias carnes como es que te jodan un día que tendría que haber sido precioso... solo me queda decir que estoy deseando que llegue el tan esperado 4 de Enero, para reivindicar por lo que estoy pagando.
Pero antes de irme, me gustaría enseñaros mi cara en la prueba del vestido, retrato del mal rato que pasé. Creo que está en el límite del "o lloro", "o te doy un bofetón".